César Santos López

No me gusta hablar de mí. Cada vez que lo hago siento como que quiero acaparar la atención o algo y no es así. ¿Se me da bien la música? Sí. Y el kárate y las letras. Pero no busco que me doren la píldora y tampoco quiero hacerle sentir a nadie que no hace lo suficiente solo porque yo soy bueno en varias cosas. Antes hablaba de mí a todas horas, remarcaba lo bueno que era en X o Y porque cada vez que lo hacía, los adultos, mis padres sobre todo, se mostraban felices, sonreían y me felicitaban. Pero luego me di cuenta de que algunos padres señalaban a sus hijos porque no podían hacer lo mismo que yo y dejé de alardear. Porque no me gustaba ver cómo se les rompía el corazón o cómo me miraban con rencor.

¡Y no sé! Igual por eso me fui cerrando más y más hasta no hablar nunca de mí. También está el asunto de Nieves, claro. Mi madre me obligó a no comentar nada sobre su situación a mis amigos y a lo mejor me acostumbré a eso de mantener cosas en secreto, vete a saber.

Creo que lo único de lo que sí hablo es del grupo que tengo con Eloi: Sweet Serenade. Es un grupo de punk-rock y yo soy el letrista, compositor y la voz secundaria. ¿Por qué voz secundaria? Porque a Eloi se le da mejor que a mí, simplemente. Un día le escuché cantar en clase de música y, aunque no hubiese hablado nunca antes con él, supe que tenía que cantar mis canciones. Él aceptó y todo empezó muy bien, pero… Sinceramente, aunque me encante la música y se me de bien, no sé si quiero dedicarme a ello. Y Eloi es un jodido pesado.

Que si hay que practicar, dar conciertos, hacerse famoso… ¡Frena el carro, chico! Aun no hemos ni empezado bachillerato, no sé qué quiero hacer con mi vida. ¿Quiero dedicarme al kárate de manera profesional? —Aunque por culpa de la tiroides no pueda practicar… al menos hasta que me operen—, ¿quiero ser periodista como mi madre? —Soy curioso de nacimiento y me dan miedo pocas cosas, ósea que…—, ¡pero no lo sé! Y que me presionen para algo, no me gusta una pizca. Y no le echo del grupo porque creo que hacemos una combinación cojonuda —junto al resto de miembros—, pero ganas no me faltan de quitarle de mi vista.

En fin. Sé que tengo cosas que mejorar y que aprender, pero me gusta ir a mi ritmo, sin depender de nadie. No quiero que nadie sienta pena por mí por estar enfermo y tampoco quiero que me miren con envidia o desprecio por ser bueno en lo que me gusta. Aunque eso haga que mis amistades sean superficiales, que a veces Iván se plantee si quiere otros amigos. Pero es difícil cambiar quien se es, sobre todo cuando es por el bien de otros y no por el de uno propio.

Al menos, así lo veo yo.