

Nicolás Montero Ochoa
Nicolás es un chico tímido y amigable. Le cuesta tomar la iniciativa o comenzar una conversación, pero cuando se siente a gusto resulta ser un chico de lo más encantador.
Ficha de alumno
Nombre: Nicolás
Apellidos: Montero Ochoa
Año de ingreso en el centro: 2015
Edad: 16
Fecha de nacimiento: 06/03/03
Nombre del padre: Francisco Montero Aranda (Fallecido)
Profesión: Bombero
Nombre de la madre: Julia Cortés Gallego
Profesión: Conductora de autobuses
Número de hermanos: 0
Otros miembros del hogar familiar: Un perro llamado Spark
Datos médicos y/o psicológicos: Pasó por una depresión bastante fuerte debido al fallecimiento de su padre nada más empezar el curso. Estuvo medicado, pero debido a los efectos secundarios dejó de tomar las pastillas.
Observaciones: Intenta no preocupar a los demás porque se siente mal por ello, pero agradece mucho el apoyo que recibió al volver a clase.
Historia
Mi padre era mi héroe. Su trabajo era salvar vidas y ayudar a las personas, aunque en realidad, esto lo hacía estuviera o no de servicio. Y por eso le admiraba tanto. Siempre alzaba la cabeza al hablar de él porque era MI padre y para mí molaba más que cualquier super héroe. Fue él quien me aficionó a los dinosaurios y quien me animó a vencer mi timidez para hacer amigos. Sin esos ánimos, nunca me hubiese acercado a Gabriel, mi mejor amigo. Así que se lo debo todo.
Y por eso su muerte me afectó más que nada. Todo mi mundo se derrumbó, se volvió negro y sin significado: quería irme con él y dejar este mundo.
Mi madre fue fuerte por mí y siguió trabajando mientras yo me hundía cada vez más. Las pastillas que me mandó el médico me generaron más problemas y me atasqué en un bucle del que aún no sé cómo salí.
Se lo debo todo a ella y a mis abuelos, lo sé. Me animaron a contarle a mis amigos lo ocurrido para sentirme mejor y funcionó. Llevaba meses sin verlos, pero en cuanto les expliqué todo, lo entendieron. Gabriel se mantuvo desde entonces a mi lado, hablándome todos los días y dándome palabras de apoyo y superación que, aunque no servían de nada —¿A quién le sirve un «verás como todo mejora», cuando lo ves todo negro? —, me hicieron ver que no estaba solo.
Aún estoy mal. Hay días en los que me pongo a llorar de repente porque me asalta la tristeza, pero al menos ahora soy capaz de volver a clase más seguido. No creo que pase de curso, sería todo un milagro si lo hiciera, pero al menos he dado un pequeño paso. Sé que lo hago bien aunque me sienta culpable, aunque a veces piense que cada vez que me encuentro un poco mejor, es porque le olvido o dejo de querer. ¡Se que no es así! Pero no puedo evitar pensarlo.
Pero sé que él querría verme feliz, así que me esforzaré por conseguirlo algún día.