

Javier del Olmo García
Javier es un chico tímido, algo patoso y con poca autoestima.
Ficha de alumno
Nombre: Javier
Apellidos: del Olmo García
Año de ingreso en el centro: 2016
Edad: 15
Fecha de nacimiento: 28/04/03
Nombre del padre: Ricardo del Olmo Mateos
Profesión: Barbero
Nombre de la madre: Alba García Sevilla
Profesión: Auxiliar de biblioteca
Número de hermanos: 0
Otros miembros del hogar familiar: Su abuelo paterno (Paco)
Datos médicos y/o psicológicos: Tiene miopía. También tiene una autoestima muy baja debido a que en el colegio e instituto al que iba antes le hacían bullying. Está trabajando en ello con vídeos de internet, pero aun tiene mucho camino que recorrer.
Observaciones: Es aficionado a ir a museos de cualquier tipo, incluso al zoo. Tiene una mente relativamente curiosa a la que le gusta viajar a otras épocas, viviendo otras vidas. También colecciona minerales.
Historia
Mi abuelo ha sido siempre mi mejor amigo. Me da igual que no sea normal o que haya gente que lo vea como algo raro, pero siempre que he necesitado a alguien, él ha estado ahí para escucharme. Y para mí eso es suficiente.
Se llama Paco y siempre que puede, me cuenta historias de su juventud. De cómo jugaba en el río y peleaba con los chicos mayores cuando le molestaban. Yo le admiro mucho por eso, porque nunca se ha sentido intimidado por nadie, al contrario que yo.
Siempre he sido un chico débil, incapaz de imponerme ante nadie. Y los más grandes se aprovechaban de ello para reírse de mí, insultarme e incluso ponerme la mano encima. Él siempre me animaba a imponerme, pero cuando lloraba por no poder, me abrazaba hasta que me calmaba y luego me llevaba el fin de semana al zoo o a algún museo.
En cuanto a mis padres… bueno, siempre han sido muy quisquillosos con el dinero. Según escuché, se hicieron cargo de mi abuelo porque la residencia era muy cara y ninguno de los hermanos de mi padre quería ayudar a pagarla, así que prefirieron que viviese en casa. Les he oído discutir muchas veces también porque mi abuelo se gasta su pensión en llevarme a ver sitios o en comprarme juguetes en vez de ayudar a pagar facturas. Y me siento mal cuando discuten porque quiero mucho a mi abuelo, pero entiendo a mis padres.
¡Ah! Pero estoy hablando de mí, es verdad. Se me da muy mal esto…
Mi abuelo ha sido siempre un apoyo para mí, sí. Pasé del colegio al instituto sin que mis padres le prestaran mucha atención a mis quejas, pero cuando en segundo de la ESO llegué a casa con un ojo morado, entendieron que no eran lo que llamaban «cosas de niños» y decidieron cambiarme de instituto al que estoy ahora.
Pero la vida a veces es un poco, como diría mi abuelo, cabrona. Y coincidí en mi clase con Lucas, uno de esos chicos que se reía de mí. Me acuerdo congelarme al verle y que él me saludara con toda la alegría del mundo, como si fuéramos amigos. Sí que es cierto que nunca me puso la mano encima, pero tampoco me hizo la vida más fácil en el colegio. Pero soy como soy y no pude decirle que no quería tener nada que ver con él, así que se hizo «mi amigo». Siguió burlándose de mí, haciendo bromas que no hacían gracia y aunque más de un compañero le dijo que parase, aunque nadie quisiera tener nada que ver con él, Lucas nunca paró.
Mi consuelo es que estamos en cuarto y que ya sé que no hará bachillerato. Se irá del instituto y me quedaré con el resto de compañeros que, aunque no son mis amigos, al menos no me señalan con el dedo.
Pronto acabará la pesadilla y podré decirle a mi abuelo con una gran sonrisa que los mayores han dejado de molestarme. ¡Qué ganas tengo de que llegue ese día!